Comercio Informal

El incremento de la actividad informal es un problema socioeconómico estructural en la economía ecuatoriana y a quienes lo desarrollan se consideran grupos vulnerables.

Desde la perspectiva teórica se puede catalogar como una ocupación informal, entendiéndose que esta comprende:

A todas aquellas personas que en su puesto de trabajo principal o secundario eran trabajadores por cuenta propia, empleadores y miembros de cooperativas de productores ocupados en sus propias empresas del sector informal; trabajadores por cuenta propia dedicados a la producción de bienes exclusivamente para el uso final propio del hogar; trabajadores familiares auxiliares, sin importar si trabajan en empresas del sector formal o informal; o asalariados con puestos de trabajo informales, ya sea en empresas del sector formal, informal o como trabajadores domésticos remunerados por hogares. (Díaz y Gálvez, 2015, p.12)

En el caso de Ecuador, la tasa de desocupación en el año 2019 alcanzó el 4,6%, siendo superior al 4,2% del año 2018; en el caso del grupo femenino el desempleo alcanza el 1,3%, hay una brecha alta con relación a los varones.

Por otro lado, se evidenció un incremento del trabajo por cuenta propia en un 2,2%, el servicio doméstico el 1,2% con relación al trabajo asalariado entre el año 2018 y el 2019.

En este contexto nos formulamos algunas preguntas, como: ¿Cuáles son las causas y los efectos más importantes que explican la actividad informal del comercio en entornos de ciudades intermedias? ¿Quiénes con mayor preferencia se dedican a la actividad informal y cuáles son sus edades?

En su mayoría quienes se dedican al comercio informal son del género femenino en un 74,8% y los hombres en un 25,2%. Además, es una actividad realizada en su mayoría por personas que se encuentran entre las edades de 27 a 64 años en un 81,94%; lo cual comprende, que las mujeres son las que más desarrollan la actividad del comercio informal y las que terminan considerando como fuente de empleo y generación de ingreso. Asimismo, en su mayoría quienes se dedican a este sector son personas casadas en un 65,2%, en donde el número de familia está constituido en promedio por cuatro personas y solteros en 15,5%. En general poseen una formación en el nivel primario (43,9%), secundario (42,6%) y en menor proporción, un nivel superior (9,4%).

Fuente: INEC

El año pasado, 650.578 personas perdieron su empleo en el país, de acuerdo con el informe presentado el 2 de marzo del 2021 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). La causa principal es la crisis ocasionada por el covid-19, que provocó los despidos en las empresas.

En el informe del INEC, se determinó que 401.305 habitantes estuvieron desempleados a finales del 2020, lo que significó 90.171 más que en diciembre del 2019. El número de personas en el desempleo, empleo no remunerado y no pleno, también, aumentó.

En estas dos últimas categorías están quienes se dedican a actividades no remuneradas, perciben menos del salario básico o trabajan menos de 40 horas a la semana. Del total de personas que tuvo algún trabajo en diciembre pasado, el 51,1% estuvo en la informalidad, lo que representó un crecimiento frente al 2019, que tuvo un 46,7%.

La comercialización de los productos lo realizan a diario alrededor de los mercados con distintas características, donde existe una preferencia por parte de los demandantes por los precios y la disponibilidad inmediata. De igual manera, se demostró que los comerciantes informales se concentran más en días de ferias, eventos, que hay en los distintos mercados, y se trasladan algunos de ellos de una plaza a otra.

Finalmente, el comercio informal tiene un efecto en la obstrucción de las calzadas de la calle, precio de viviendas, creación de mayor competencia de precios de los productos, ingresos del sector privado, ingresos del Estado por evasión tributaria, así como en los ingresos del comercio formal.